Violentas protestas en Nepal dejaron un saldo de 51 muertos y la fuga de más de 12.500 prisioneros, según el último balance policial. Los disturbios, que se iniciaron en la capital, Katmandú, y se extendieron a otras ciudades, estallaron en rechazo a la decisión del gobierno de bloquear redes sociales y a la corrupción.
El primer ministro, KP Sharma Oli, dimitió en medio de la escalada de violencia. A pesar de su renuncia, los manifestantes, muchos de ellos jóvenes bajo la etiqueta «Generación Z», continuaron con los disturbios. Incendiaron el Parlamento, la residencia del primer ministro y saquearon edificios públicos.
Las autoridades nepalíes informaron que han logrado recapturar a unos 200 de los 13.500 reos que escaparon durante el caos. Las plataformas de redes sociales han sido restablecidas y se ha prometido una investigación sobre la violencia policial.