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El FC Barcelona vuelve a ganar sin Lamine Yamal

El FC Barcelona vuelve a ganar sin Lamine Yamal



Hay victorias que van más allá del marcador. El Barça ha firmado tres en pocos días: dos en la liga, contra el Valencia y el Getafe y, sobre todo, una en la Champions en el campo del Newcastle. Tres triunfos de los cuales se pueden extraer muchas conclusiones positivas, pero para mí, lo que realmente les da consistencia es haberlo hecho sin Lamine Yamal.

Ganar sin tu máxima estrella tiene una doble lectura positiva. Por un lado, es oxígeno para el vestuario. En un momento en que el relato futbolístico gira a menudo en torno a la magia de un talento sobrenatural, el Barça ha demostrado que su funcionamiento no depende exclusivamente de los destellos de genio de un adolescente. Ganar fuera de casa en Europa, ante un rival de la Premier League tan físico e intenso como el Newcastle, y hacerlo sin tu jugador más desequilibrante, refuerza la idea de que el colectivo está por encima de las individualidades y que el plan no se derrumba cuando falta una pieza, por muy determinante que sea y por mucho que condicione el planteamiento de tu contrincante. Un argumento que multiplica la confianza de un grupo que necesita creer en sí mismo para seguir siendo competitivo al máximo nivel.

Y, por otro lado, también es una lección necesaria para el propio Lamine Yamal. Saber que el equipo puede ganar sin él es un mensaje claro: el conjunto es más importante que cualquier jugador. Y es, al mismo tiempo, una invitación para que él mismo mantenga el hambre y no se relaje ni caiga en la tentación de sentirse imprescindible antes de tiempo.

Por eso, ganar sin Lamine es doblemente valioso. Fortalece al equipo y mejora al jugador. Un equilibrio necesario entre la presión mediática y la realidad del vestuario. Entre la ilusión de un joven crack y la solidez de un equipo que no puede depender solo de su talento. Y en este sentido, estas victorias sin Lamine Yamal no son solo una victoria deportiva, también son una victoria cultural. Un recordatorio de que el Barça históricamente gana cuando juega en clave colectiva y cuando, incluso sus estrellas, entienden que forman parte de un todo.

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