El presidente Americano insiste en una postura de fuerza, manteniendo abierta la posibilidad de una intervención militar en Venezuela.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado una escalada de tensión diplomática al declarar este lunes que no descarta autorizar ataques militares dentro de México para combatir el narcotráfico, citando su descontento con la gestión actual de las autoridades mexicanas.
Durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, el mandatario expresó: «¿Autorizaría el lanzamiento de ataques en México para frenar las drogas? Por mí está bien». Aunque matizó que no ha tomado la decisión final, agregó que «estaría orgulloso de hacerlo» y aseguró que el Gobierno de México «sabe» cuál es su postura, sentenciando: «No estoy contento con México», aludiendo a las cientos de miles de muertes por drogas en Estados Unidos.
Las declaraciones de Trump representan un cambio significativo en la retórica presidencial. Anteriormente, el mandatario había elogiado a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, por su nivel de cooperación con Estados Unidos en temas de narcotráfico.
Estas amenazas se producen mientras la administración estadounidense mantiene activa la «Operación Lanza del Sur», un esfuerzo transfronterizo diseñado para combatir el tráfico de drogas en Latinoamérica que ya ha elevado la tensión regional, particularmente con Venezuela.
Advertencia extendida a Venezuela
En la misma comparecencia, el presidente Trump extendió su postura beligerante a otro país latinoamericano. El mandatario insistió en que «no descarta nada» con respecto a una posible intervención militar en territorio venezolano, asegurando que su administración «simplemente tiene que encargarse de Venezuela».
Además, dejó abierta la posibilidad de establecer un diálogo con el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Desde septiembre, como parte de la citada operación, el Ejército estadounidense ha destruido una veintena de lanchas en el Caribe y el Pacífico, cerca de Venezuela y Colombia, en incidentes que han resultado en la muerte de más de 70 personas, a las que Estados Unidos califica de «narcoterroristas».
