Por Sofía Saturno
La industrialización ha sido históricamente uno de los pilares fundamentales para el crecimiento económico de las naciones. En el caso de África, un continente con una de las poblaciones más jóvenes del planeta y con vastos recursos naturales, la necesidad de transformar su estructura productiva ha sido reconocida como un paso indispensable para alcanzar independencia económica, competitividad global y resiliencia frente a crisis externas. Por ello, desde 1989, la Organización de la Unidad Africana (OUA) y posteriormente la ONU establecieron el 20 de noviembre como el Día de la Industrialización de África, una jornada que busca reflexionar sobre los avances y desafíos de este proceso.
La proclamación se enmarcó en el Segundo Decenio del Desarrollo Industrial para África (1991-2000), un plan que pretendía impulsar políticas de diversificación productiva y fortalecer la capacidad tecnológica de los países africanos. La industrialización, entendida como la transición hacia economías más complejas y menos dependientes de la exportación de materias primas, se convirtió en una prioridad estratégica. La meta era clara: generar empleo, aumentar la productividad y reducir la pobreza mediante la creación de industrias vinculadas a las economías locales Naciones Unidas Días Mundiales.
En la actualidad, el Día de la Industrialización de África no se limita a una conmemoración simbólica. Desde 2018, se celebra con la Semana de la Industrialización de África, que reúne a gobiernos, organismos internacionales, empresarios y sociedad civil en debates y actividades que buscan profundizar en el papel crítico de la industria en el desarrollo del continente Prensa Latina. Uganda, por ejemplo, ha sido sede de estas jornadas, convirtiéndose en un centro de reflexión sobre cómo la industrialización puede ser motor de transformación estructural y sostenibilidad.
Los desafíos, sin embargo, siguen siendo enormes. África enfrenta problemas de infraestructura insuficiente, acceso limitado a energía, falta de financiamiento y dependencia de exportaciones primarias. A pesar de contar con abundantes recursos naturales, gran parte de su población aún no se beneficia de manera directa de esa riqueza. La industrialización se plantea como la vía para transformar materias primas en productos con valor agregado, generando cadenas de producción más sólidas y competitivas.
La ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) ha señalado que la industrialización inclusiva y sostenible es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en África. La creación de empleo digno, la reducción de desigualdades y la mejora de la productividad son metas que dependen de un sector industrial fortalecido. Además, la industrialización está estrechamente vinculada con la transición energética y la lucha contra el cambio climático, ya que permite introducir tecnologías más limpias y eficientes Naciones Unidas.
En este contexto, el Día de la Industrialización de África se convierte en un recordatorio de que el futuro del continente depende de su capacidad para innovar, diversificar y modernizar sus economías. No se trata solo de construir fábricas, sino de generar un ecosistema industrial que incluya educación técnica, investigación, infraestructura y políticas públicas coherentes. La juventud africana, que representa más del 60% de la población, es vista como un recurso estratégico para impulsar este proceso, siempre que se le brinden oportunidades de formación y empleo.
La efeméride también busca fortalecer la cooperación internacional. Diversos países y organismos multilaterales han mostrado interés en apoyar proyectos industriales en África, conscientes de que un continente más industrializado significa también un socio más fuerte en el comercio global. La inversión extranjera directa, los acuerdos de cooperación tecnológica y los programas de financiamiento son parte de las estrategias que acompañan este esfuerzo.
Finalmente, el Día de la Industrialización de África es una invitación a mirar más allá de los desafíos inmediatos y reconocer el potencial inmenso del continente. Con políticas adecuadas, inversión sostenida y participación de la sociedad, África puede transformar su riqueza natural en prosperidad compartida. La industrialización no es solo un objetivo económico, sino un camino hacia la dignidad, la equidad y el desarrollo sostenible.
