La sentencia se dictó tras un juicio por espionaje y corrupción llevado a cabo bajo el más absoluto hermetismo en la capital cubana
El ex-ministro de Economía de Cuba, Alejandro Gil, fue condenado en primera instancia a cadena perpetua por espionaje y «actos en perjuicio de la actividad económica», tras un juicio celebrado en La Habana bajo el más absoluto secreto.
El Tribunal Supremo de la isla señaló que Gil, además de la cadena perpetua por espionaje, recibió una segunda condena de veinte años de prisión por cohecho, tráfico de influencias y evasión fiscal. La destitución del ex-funcionario en febrero de 2024 y su posterior juicio en secreto ocurren en medio de la peor crisis económica que atraviesa el país en las últimas tres décadas.
Delitos y proceso judicial secreto
El Tribunal Supremo cubano informó este lunes sobre la sentencia impuesta a Gil, de 61 años, destacando que se le consideró responsable de «espionaje» y de «actos en perjuicio de la actividad económica». La corte no especificó para qué país o entidad se llevaron a cabo los actos de espionaje.
El máximo órgano judicial detalló que, durante el juicio, Gil fue encontrado culpable de «cohecho, sustracción y daño de documentos u otros objetos en custodia oficial y violación de los sellos oficiales e infracción de las normas de protección de documentos clasificados». Según la corte, el ex-ministro «incumplió procesos de trabajo con la información oficial clasificada que manejaba, la sustrajo, la dañó y finalmente la puso a disposición de los servicios del enemigo».
Además de la pena máxima, Gil fue condenado a veinte años de prisión en un segundo proceso por cohecho, tráfico de influencias y evasión fiscal. La corte suprema detalló que, con un «actuar corrupto y simulador», Gil se aprovechó de sus facultades para obtener beneficios personales, «recibiendo dinero de firmas extranjeras y sobornando a otros funcionarios públicos para legalizar la adquisición de bienes».
Gil, conocido por su cercanía al presidente Miguel Díaz-Canel, ocupó la cartera de Economía y Planificación desde 2018 hasta su repentina destitución en febrero de 2024. Su caída se produce en un momento de crisis económica severa, marcada por una fuerte inflación, el empobrecimiento de la población y una caótica apertura al sector privado.
Ambos procesos judiciales se llevaron a cabo el mes pasado en un tribunal de un barrio periférico de La Habana, a puertas cerradas y bajo el hermetismo de los medios oficiales. La esposa e hija del ex-ministro fueron vistas llegando al tribunal el 26 de noviembre, y su hija, Laura María Gil, había reclamado públicamente en Facebook «un juicio público» y la presentación de «pruebas» sobre las acusaciones de espionaje, las cuales su padre negó.
Gil tiene ahora diez días para recurrir ambas condenas. En el caso de la cadena perpetua, la legislación cubana establece un recurso automático, lo que implicará la realización obligatoria de un segundo juicio.
Historial de destituciones
La expulsión de Gil no es inusual en la política cubana, caracterizada por sucesiones de destituciones repentinas y rodeadas de misterio durante períodos de crisis o tensiones internas. Entre los casos más notorios figuran el del ex-ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Robaina (1999), y las caídas de Felipe Pérez Roque y Carlos Lage (2009) por conducta «indigna».
El caso más sonado sigue siendo el del general Arnaldo Ochoa, ex-guerrillero castrista y héroe de la intervención en Angola, quien fue fusilado en 1989 tras un juicio acusado de tráfico de drogas, calificado de estalinista por la disidencia.
